Zamboba Navideña

El próximo sábado 14 de diciembre a partir de las 21 horas, se celebrará en nuestro Colegio, una Zambomba Navideña organizada por la Asociación de Antiguas y Antiguos Alumnas y Alumnos. 
Solamente hay que traer comida para compartir, y muchas ganas de cantar villancicos y pasarlo muy bien.
Puedes venir con toda la familia y amigos.
 ¡Os esperamos!

Feliz día de María Inmaculada

María Inmaculada es signo de la totalidad del amor: del amor de Dios que llega a la plenitud y del amor de una mujer que ha escuchado de verdad la palabra de Dios y la ha acogido como la única fuente de vida.
Si María, la esclava del Señor, se hiciera presente hoy:
 • Nos llevaría hasta Nazaret, la pequeña aldea en la que Dios dejó oír su voz. Nos animaría a estar atentos para poder escuchar. Nos diría que es necesario percibir desde el interior, despojándonos de la superficialidad que nos envuelve. 
 • Preguntaría qué entendemos cada uno de nosotros por «disponibilidad ». Es una palabra molesta, diría, porque implica atención constante al paso imprevisible de Dios. Por ejemplo, a mí me fue anunciado mi hijo como «grande» e «hijo del Altísimo» y tuve ante mí a un débil niño recostado en un pesebre. Además, continuaría diciendo María, «disponibilidad » es aceptar que Dios puede hacer maravillas con nuestra pobreza, y entregársela sin horarios ni «días de fiesta», acogiendo como mensajeros suyos a los pobres y heridos de la tierra. 
 • Nos contaría cómo Dios irrumpió en su vida, cómo alteró súbitamente sus planes. Querría saber si descubrimos al Señor en las «sorpresas»  que nos depara la existencia, y cómo reaccionamos cuando viene a alterar nuestros proyectos, nuestras previsiones.
 • Nos hablaría de la elección de Dios, de sus criterios. Nos diría que él muestra su preferencia por los pobres, los humildes, los sencillos. Nos invitaría a pensar de qué personas nos rodeamos, a quiénes elegimos como amigos, a qué circunstancias damos preferencia. 
• Risueña, recordaría las primeras palabras del ángel: «Alégrate». Nos diría que la fe no puede vivirse con cara de amargura ni con un corazón en permanente duelo, porque acoger a Dios pone en nuestras vidas alegría y vuelve nuestro rostro radiante.